Ginger Chambers - Dulce Persuasión, novelas romanticas
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//-->Dulce persuasiónGinger ChambersDulce persuasión (1987)Título Original:Sweet persuasionEditorial:Harlequin IbéricaSello / Colección:BiancaGénero:ContemporáneoProtagonistas:Cindy Thomas y Blake Alan MichaelsArgumento:¿Qué pasaría si en lugar de la agresión ella era víctima de la dulcepersuasión?El trato estaba hecho. Cindy trabajaría para Alan, el célebre autor de librospara niños, quien también creía tener el derecho a conquistarla porque lehabía salvado la vida.A ambos les aguardaban sorpresas. El trabajo, además de bien pagado, eraun ofrecimiento que ella no podía rechazar. Pero, ¿sería capaz de mantenera raya a su impulsivo jefe? Cindy había sabido defenderse de su primerasalto, pero no estaba tan segura de lograr lo mismo si él cambiaba detáctica.https://www.facebook.com/novelasgratisCapítulo 1La bocacalle estaba repleta de gente que aguardaba con impaciencia que cambiaranlas luces de tráfico. Entre ellos había una mujer, de estatura ligeramente menor quemediana, que tenía más motivos que la mayoría para estar impaciente. Esperabainmóvil, rígida, con su bolso de colgar firmemente apretado contra su costado, lasdelicadas facciones dirigidas hacia arriba, los ojos fijos en la señal luminosa, y llenade ansias de alejarse corriendo de ese lugar.Pero como el terco mecanismo parecía demorar una eternidad para dar el paso a losque aguardaban, la mujer sintió el impulso de mirar rápidamente hacia atrás. Lo quevio la hizo ponerse todavía más rígida e instantáneamente evaporó la pequeña dosisde control que le quedaba. Furiosa, giró en redondo para enfrentar al hombre quetenía directamente detrás.—¡Mire! Se lo he dicho una vez y no volveré a repetírselo.... si no deja de seguirme¡voy a llamar a un agente de policía!El hombre era alto, de más de un metro ochenta, innegablemente atractivo, confacciones regulares y armoniosas y una constitución delgada y masculina que su trajede calle oscuro acentuaba más que ocultaba. El hombre sonrió. Fue un relámpagoblanco en la piel bronceada por el sol.—Y yo le he dicho a usted —respondió con una voz ronca, profunda, y matizada conmás de una pizca de humor divertido— que acceda a salir conmigo y yo dejaré deseguirla.Cindy apretó los dientes, mientras sus pensamientos se dirigían, no muygenerosamente, a los antecedentes familiares de él.—¡Váyase! ¡Lárguese! ¡Fuera! —casi gritó, elevando la voz por la intensa frustraciónque la enfurecía—. ¿Es que no oye lo que yo le digo?El hombre inclinó su cabeza y el sol se reflejó en los mechones de color castaño rojizode su cabello. No pareció afectado en lo más mínimo por la vehemencia de ella. Encambio, el admirativo humor de sus cálidos ojos marrones se acentuó.—Claro que la oigo, lo mismo que media ciudad.Cindy parpadeó ante lo inesperado de la respuesta y en seguida un seductor ruborrosado le subió a las mejillas cuando comprendió que lo que él había dicho eraverdad. La gente comenzaba a mirarlos. Frunciendo furiosamente la nariz, Cindy sevolvió, bufando de rabia.Cuando la luz de tráfico cambió ella fue la primera en dejar el bordillo de la acerallevando en alto su pequeño mentón y con la indignación marcada en cada línea desu esbelto cuerpo. Pero sólo tuvo tiempo de dar un paso cuando una súbitaexclamación de la gente que había quedado atrás se combinó con un ensordecedorrechinar de neumáticos.En circunstancias normales Cindy era una persona cautelosa. Viviendo y trabajandoen una ciudad del tamaño de Houston, había tenido que aprender a conducirse así.Escaneado por Galshah y corregido por ShereNº Paginas 2—124https://www.facebook.com/novelasgratisPero esta vez fue una estúpida, su mente estaba llena de furiosos pensamientos sobreel hombre que la seguía, y no había mirado de dónde venía el tráfico. Una vez podíaser la última. Esperó el impacto del duro metal contra su carne frágil mientras sumente gritaba una protesta.Pero el golpe esperado no llegó. En cambio, unos dedos a los que sintió como unatenaza la aferraron del brazo y le dieron un fuerte sacudón, devolviéndola a la aceray apretándola contra la seguridad de unos músculos de acero.Cindy quedó un momento bastante largo apoyada en la dura calidez, profundamenteconmovida. Nunca había estado antes tan cerca de ser atropellada... ¡y para colmopor un camión! La nube vaporosa de su cabello de ébano descansaba sobre lachaqueta que olía sugestivamente a una cara colonia masculina Entonces,lentamente, sus sentidos empezaron a recobrar cierta semblanza de normalidad yella empezó a apartarse del desconocido, dispuesta a dar unas sentidas gracias. Sinembargo, cuando miró hacia arriba, de sus labios escapó solamente una palabraahogada.—¡Usted! —dijo sorprendida.—Sí, yo —dijo él, y una lenta sonrisa se insinuó en los ángulos de su atractiva bocacuando la ironía de la situación de ella empezó a sobreponerse al susto de hacía unmomento. El hombre mantuvo firmemente sus brazos alrededor de Cindy.Inmediatamente, ella empezó a luchar por liberarse, pero su fuerza resultó inútilcontra la determinación de él. Por fin, con los dientes apretados, siseó, furiosa:—¡Suélteme!—No, creo que no lo haré —dijo suavemente él, sacudiendo la cabeza. Cindy seretorció nuevamente, pero fue inútil. Enfurecida, lo amenazó:—¡Gritaré!Usar esa vieja amenaza femenina parecía tan inefectivo... tan inadecuado... pero porel momento, fue lo único que se le ocurrió.Su intento de intimidación a él no lo perturbó en lo más mínimo.—Adelante —dijo alegremente el hombre.Los ojos color violeta de Cindy empezaron a oscurecerse de furia. Desde que lo habíavisto por primera vez, a primeras horas de la tarde, Cindy había tenido la certeza deque habría problemas. Y sus sospechas resultaron ciertas. El había entrado en laoficina donde ella trabajaba como secretaria temporaria, y con un atrevido guiñoignoró la advertencia que ella le hizo en el sentido de que el jefe no quería que lomolestaran. El, entonces, fue directamente a la oficina privada de uno de los másimportantes consejeros de inversiones de Houston, y lo sorprendente fue que novolvió a salir inmediatamente y que el señor Sawyer, sumamente avaro de su tiempo,permitió que el visitante le tomara una media hora de su atestada agenda. Perocuando los dos hombres aparecieron en la puerta, con el rostro normalmente seriodel señor Sawyer iluminado por una amplia sonrisa y su brazo jovialmente apoyadoen los hombros del joven, Cindy empezó a comprender. Comprendió todavía máscuando el jefe le dijo que el visitante era un amigo de la familia y le pidió queEscaneado por Galshah y corregido por ShereNº Paginas 3—124https://www.facebook.com/novelasgratisconsiguiera un taxi para él. En seguida, el señor Sawyer volvió a retirarse a su oficinaexpresando que sentía mucho tener que prepararse para una cita importante, y dejóque Cindy se ocupara del hombre.Los diez minutos siguientes fueron los más largos que Cindy había pasado en las dossemanas que llevaba en ese empleo en particular. El hombre se comportó de maneraatroz. Tan seguro estaba de que la conquistaría con su atractivo físico, que ella tuvodificultad para no perder el control. Parecía no aceptar que la palabra no era unaexpresión válida en idioma inglés. Pero como era su último día de trabajo con elseñor Sawyer, y ella cuidaba mucho su reputación de secretaria eficiente, se cuidómucho de ofenderlo. Fue muy difícil, algo así como caminar en puntas de pie congruesas botas de escalar montañas. Y todo para encontrarlo aguardándola fuera deledificio cuando terminó de trabajar... ¡y para que después, él se atreviera a seguirla!¡Era demasiado!Cindy aspiró profundamente preparándose para lanzar un grito que destrozara lostímpanos. Ahora era dueña de su tiempo y no temía las posibles repercusiones. Y élno creía que ella fuera a hacerlo. Todo eso junto eran tres buenas razones para borraresa expresión riente, confiada, de esa cara hermosa pero arrogante.Pero justamente cuando el comienzo del grito estaba formándose en sus labios, elhombre bajó la cabeza y con sus labios estranguló el sonido sin darle tiempo denacer, y sus brazos la estrecharon hasta dejarla sin aliento.A lo largo de sus veinticuatro años de edad, Cindy hacía tiempo que se habíaacostumbrado al hecho de que los hombres quisieran besarla... desde cuando teníadiez y empezaron a aparecer los primeros indicios de su atractivo sexual. Su boca erasuave y llena con una acentuada sensualidad en la línea curva del labio inferior. Sunariz era pequeña y recta, y sus ojos violetas estaban separados y tenían forma dealmendra, bajo unas cejas delicadas que se elevaban para desaparecer bajo mechonesde pelo negro como el carbón.Pero además, en el curso de esos mismos años, Cindy había aprendido a cuidarse.Había aprendido dolorosamente que los hombres y sus deseos traían penas ademásde placer, y había jurado que nunca más permitiría que la usaran. En esa decisiónhabía tenido éxito. Ella era una mujer nueva que existía en una nueva y orgullosa era.Se abría camino sin necesidad de nadie para tener una vida completa. A veces salíacon hombres, le gustaba tanto como a cualquiera pasar buenos momentos. Pero si unhombre llegaba a tratar de acercársele demasiado, Cindy inmediatamente lodespedía. Había que aceptarla dentro de sus propios términos... o nada. Ella fijaba loslímites, trazaba las líneas de separación.Empero, aquí y ahora, este ladrón, este asaltante, estaba atacando las murallas queella había creído que eran invencibles, y se puso rígida. Porque el ataque a su bocaredujo su determinación a silencio y se convirtió, en cambio, en una seducción dulcey experta de sus sentidos... los brazos de él sostenían más que apretaban, sus labiosfirmes se movían contra la suavidad de los de ella con hipnótica intensidad, susalientos se mezclaban con erótica intimidad... Cindy sintió que él estaba triunfando.Una chispa, a la que creía muerta y sepultada hacía tiempo, se encendió y el choqueEscaneado por Galshah y corregido por ShereNº Paginas 4—124https://www.facebook.com/novelasgratisla hizo apartar la boca bruscamente. Levantó la vista hacia él y lo miró con atónitosojos color violeta.Lentamente, el hombre levantó la cabeza y le sonrió.—¿Lo ves? —murmuró él—. ¿No era esta una forma mejor de hacer una escena queponerse a gritar?Cindy alzó la mirada hacía esos ojos color canela, vivaces y llenos de malicia, la pielbronceada y tensa contra los altos pómulos, la nariz recta, la mandíbula firme, yfinalmente, la boca tan seductora que recientemente la había besado. Entonces,gradualmente empezó a darse cuenta de la gente que los rodeaba: algunos sonreían,otros se mostraban incómodos por la exhibición, y unos cuantos sólo parecían sentircuriosidad. De un automóvil que pasaba lanzaron un fuerte silbido.Las mejillas de Cindy estaban de un color rosado intenso cuando se liberó de losbrazos del hombre, y casi antes de tener tiempo para pensarlo, su mano voló en unareacción puramente instintiva. Cuando oyó el golpe de la palma de su mano contra lacarne del joven, quedó casi tan sorprendida como él.Cindy miró desorientada su mano ardiente y después la mejilla del hombre donde laimpronta de sus dedos resaltaba con vivido relieve. Interiormente quedó apabulladapor su acción, pero en lo exterior mantuvo su actitud agresiva, o por lo menos, todolo agresiva que pudo conseguir. Sus ojos lo miraron sin parpadear.Una llama de cólera momentánea apareció en los ojos marrones, pero pronto quedósepultada bajo la expresión divertida y burlona con que el hombre examinó el cuerpopequeño y desafiante de Cindy.—La próxima vez me acordaré de agacharme —dijo él en tono burlón.—No habrá próxima vez —repuso rápidamente Cindy, en tono glacial.—¿No lo crees?Estaba tan seguro de sí mismo, tan confiado. Cindy se irguió.—¡Estoy segura!—¿Por qué no me llamas Blake? —sugirió descaradamente él, sin amilanarse por lacontinua hostilidad de ella—. Sería un comienzo.Cindy apoyó furiosa ambas manos en sus caderas.—¡Dentro de un minuto lo llamaré otra cosa si no me deja tranquila!Rápidamente, el simple disgusto de Cindy se estaba convirtiendo en una furiaabsoluta. Había desaparecido la turbadora inquietud de hacía un momento. ¡Estabacontenta de haberle pegado! ¡Él se lo merecía! Y si se atrevía a flexionar un músculohacia ella, volvería a hacerlo. ¡Sólo que esta vez no se detendría en una bofetada!El hombre tuvo el descaro de reír tontamente, un sonido agradable que salió de loprofundo de su pecho.Cindy cerró con fuerza los puños. Casi deseaba que él intentara volver a tocarla. Sialgo le había enseñado el vivir un año con David, era la necesidad de aprender adefenderse sola. Ya no era una muchacha confiada y al borde de la madurez. AhoraEscaneado por Galshah y corregido por ShereNº Paginas 5—124
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